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Xabier Martínez
Entrevistamos a Xabier Martínez, trabajador en los viñedos de su abuelo y a la vez estudiante de CTL
¿A qué edad comenzaste a trabajar en los viñedos de tu abuelo?
A la vendimia he venido con mis primos desde pequeño. Y comencé a trabajar en verano desde los dieciséis. Está guay porque el ambiente es muy acogedor. Al final trabajo con mi abuelo, con los trabajadores que he conocido desde pequeño, que son gente de mi pueblo, con mis primos y a veces algún amigo. No hay malos rollos, pero también la exigencia es alta por la relación tan cercana.
¿Lo consideras un hobby o una profesión?
Pues no lo sé. Es un trabajo porque me hacen contrato los meses de verano y cumplo con unas responsabilidades y cobro dinero. Pero lo disfruto mucho porque me he criado en los viñedos de mi abuelo y me gusta mucho el campo. Pero lo considero un trabajo porque me hacen un contrato.
¿Qué sentido tiene para ti?
Un contacto con la naturaleza único. De normal vivo en Pamplona, y de estar todo el día en asfalto pasó a estar jornadas de ocho o más horas al sol entre viñas trabajando duro. Porque es duro, es físico y hay que tener cuidado. Requiere fuerza, pero cariño y delicadeza. La vid va a transformarse en un “alimento”, no se puede trabajar de manera bruta. Por hacer las cosas rápidas y sin cuidado pierdes cantidades. Pero aprendes mucho y a mí me merece la pena. Lo hago a gusto. Te sirve para romper con la rutina y relajarse.
¿Consideras que debes seguir los pasos de tu abuelo?
Me mola el mundo del vino, me lo bebo a gusto y tiene sus cosas guays, pero requiere mucho curro y compromiso. Yo estoy haciendo un grado superior de técnico de luces y sonido, y me gustaría intentar suerte en este mundillo. Si no, sé que siempre me quedan los viñedos. Pero en cuanto a tu pregunta, sí que me gustaría seguir los pasos de mi abuelo. Su ética a la hora de trabajar y como trata a los empleados. En ese aspecto ha sido un modelo para todos. Un patrón generoso, comprensible pero que ha sido inflexible cuando las circustancias lo han requerido. Y emprendedor y valiente, porque no cualquiera se mete a un negocio de la nada, y menos aún en el campo. Que a día de hoy parece que el futuro no está aquí.
¿Tienes o te planteas un proyecto en el futuro con los viñedos?
No me planteo nada. De momento, currar durante los veranos. Y seguirlos de cerca. Es cierto que mi abuelo está mayor y tiene que empezar a decidir a quien quiere dejar a cargo del negocio. Es una decisión importante, el profesa muchísimo cariño y es la obra de toda una vida.
¿Cómo te sientes al trabajar?
Siempre le digo a mi abuelo que voy a repetir en Navidades. Me emociono, no lo pienso mucho. Luego llega mayo y te da una pereza increíble. Pero si te comprometes… Mi abuelo prefiere que le ayude yo que otro peón que no conozca. Así trabajo algo, cambio de ambiente y disfruto de lo que ofrece la tierra.
Por ejemplo, creo que la gente de mi edad , aunque viva en una ciudad pequeña como Pamplona o Madrid, no “vivimo” el campo. Es decir, veraneamos en el pueblo y nos viene bien cambiar de escenario, pero lo que viene ser trabajar con la tierra, no es algo con lo que hayamos crecido. Y aunque sea cierto que la tecnología avanza rápido y que vivimos más en las ciudades, mis abuelos se criaron en el campo y mi padre también, entonces no es algo que nos quede tan lejano en el tiempo. Y aun así, somos una juventud urbanita que no tenemos ni idea de agricultura (en general).
¿Qué le recomiendas al que quiere empezar en negocio semejante?
Que le guste el campo y que no le importe mancharse de tierra. Es broma. A nivel de negocio que le pregunten a mi abuelo que él sabrá mejor. A nivel personal, yo creo que es terapéutico. Ayuda mucho a aclarar ideas. Un despego total de la tecnología. En resumen, un regalo que nos ofrece la vida y al que tenemos que tenderle la mano sin ninguna duda.