top of page

Maria Eugenia López

Entrevistamos a Maria Eugenia López, pianista y a la vez estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Navarra.

¿A qué edad empezaste a tocar el piano?

 

Yo iba a la Escuela de Música de Sanhuesa y ahí el instrumento empieza a los ocho años. Elegías instrumento, y a los nueve tenías cada vez un poquito más de clase. Eran clase de diez minutos a la semana, luego quince, veinte, iban en progresión conforme pasaban los años.

 

¿Ves el piano como futuro profesional o lo ves como hobby?

 

En ningún momento me he planteado qué quería hacer exactamente con mis estudios en concreto. Pero sí que es verdad que en un principio empecé estudiando piano porque me gustaba un montón, pero en general era también porque iba a baloncesto y me suponía estrés. Y, dedicarme profesionalmente, supongo que me lo planteé al hacer bachiller. Después de hacer bachiller sí que dije: bueno, si no me gusta Filología Hispánica y Periodismo haré piano y ya está, pero por probar algo… Pero, al final, Filología me ha enganchado muchísimo, estoy muy contenta y ahora no quiero dejarlo, ¡no puedo dejarlo! Estoy dos días sin tocar y ya me altero, ¡no duermo bien! Necesito tocar.

 

¿Es el piano tu medio de relajación o concentración?

 

Sí, pero es un tanto paradójico lo de desahogo, porque al principio lo veía como una concentración. Pero luego, cuando tocas, lo que haces no es desahogarte, sino… Concentrarse sólo en música, sólo en escucharte, sólo en la calidad del sonido, sólo en las notas que ponen, sólo en lo que te está pidiendo el compositor. Entonces, requiere tanta concentración que automáticamente te olvidas del resto. Te olvidas de dónde estás, cuánto rato llevas estudiando, qué hora es, qué tienes que hacer después… Es una sensación que, después de estar en esa situación, pero cuando estás totalmente concentrada, después de haber estado dos, tres, cuatro horas tocando, sí que el resultado no es tampoco desahogarse, sino salir flotando. Al mismo tiempo, es muy agradecido notar cómo ha cambiado la música desde que has empezado a tocar hasta que has terminado. Pero, sobre todo, esa sensación de concentrarse tanto en algo tan mágico que es único, que no podría dejar de hacerlo. Sí que quiero seguir estudiando hasta que, bueno, haya algo que me lo impida.

Hay quienes dicen que todo tiempo pasado fue mejor. ¿Por qué música clásica?

 

En clásico también hay coordinación, pero te tienes que fijar en el compositor. Entender cómo se tocaba ese tipo de música en ese contexto histórico. Cuando haces Jazz, lo que tienes es una serie de bajos con los que se ha inspirado una armonía y sobre eso puedes hacer todo lo que quieras. Pero es otro sistema completamente diferente y es como aprender un instrumento de cero. Al final, la función del piano en el Jazz es un acompañamiento fuerte y aprenderse bien las armonías de ese sistema era complicado. Lo quiero retomar, me ha dado mucha pena no cogerla porque disfruté un montón de la asignatura, pero sí que me gustaría retomarla. Supongo que al final, si llevas diez años con clásico, lo llevas dentro de ti, es la manera de tocar. Los occidentales pensaron, ¿por qué estos instrumentos? ¿Por qué este sistema? ¿Por qué estas armonías? Al final ha sido una evolución natural, tradicional, que ha pasado con el tiempo y que ha ido creciendo.

¿Consideras que debería continuarse el estudio de la música clásica?

 

Hay otras músicas, y sería bueno que estuviesen más al alcance para estudiarlas o tenerlas más en cuenta, porque al fin y al cabo es el lenguaje que caracteriza a una sociedad, a una cultura. Al final la música clásica se considera un periodo en el que ha habido más músicas: música renacentista, barroca, clásica, romántica, contemporánea. Ahora mismo lo que estás es retomando una tradición, al reproducir la música. Si vas a un museo, tiene que estar el cuadro. Si estudias música, tiene que estar sonando, estar reproduciéndose, en directo, en ese momento. Sería un sacrilegio no estudiarla: sería perder muchísimas obras de arte, para que quedasen escritas hay que saber cómo sonaban. Hay que tener en cuenta cómo sonaba, qué buscaba, qué quería el compositor… Por eso estudiarlo es importante, para saber cómo se entendía esa música en ese tiempo. Al fin y al cabo es una manera de entender a la sociedad de ese momento. ía que sonase.

 

A alguien que comience a tocar el piano, ¿qué le recomendarías? ¿Qué te ha aportado este instrumento?

 

Supongo que depende de la edad que tuviese. Por supuesto, me ha ayudado en muchísimos aspectos. De hecho, creo que no hay ni un solo aspecto en el que no me haya ayudado. Al contrario, han sido todo regalos tener la música siempre cerca. Pero, sobre todo, que al final es parte de mi, y no me imagino cómo sería si no hubiese tocado el piano, ni mejor ni peor, pero sería otra persona completamente distinta. Tener la música tan cerca desde siempre supongo que, al final, es algo que me ha hecho desarrollar unas facultades que quizá no hubiese desarrollado. Quizá no tanto facultades sino una manera de sentir las cosas, de vivir el día a día, de escuchar a los demás, de entender otro tipo de artes.

¿Cómo te sientes al tocar ante un público? ¿Realmente te supone un reto enfrentarte sola ante el piano a toda esa gente que te escucha?

 

Sí que salir ayuda a decir: si eres capaz de salir a tocar un instrumento, ahora que está en tu cabeza y tienes que hacerlo con tus manos en ese momento, ¿cómo no puedes hablar que lo haces todos los días? Más o menos me controlo, pero sí que es verdad que, en público, no estoy tranquila y me cuesta mucho disfrutar o meterme en lo que quiero decir. Sí que intento agarrarme a las ideas que llevo dentro, a intentar hacerlo bien exteriormente o si tengo algo que contar, lo voy a contar. Si tengo que tocar tengo algo que contar, pero con música. Me cuesta muchísimo salir a tocar en público, pero al mismo tiempo me ha ayudado mucho para, como persona o como profesional, salir en muchas situaciones en otros ámbitos. Reconozco que lo que más me ha ayudado ha sido salir a tocar música de cámara con otros instrumentistas porque, al final, caras conocidas, de gente con la que has montado algo tan bonito, y las veces que has quedado para ensayar tantas tardes, miraros, y venga: una, dos, ¡y tres! Siempre intento dedicarlo a los que están, a los que no están también, a los que han estado siempre, y en especial al compositor. Hacer un justicia a lo que ha escrito.

¿Te gustaría componer en el futuro?

 

Ojalá sí, ojalá tenga la posibilidad de escribir bien, de aprender cómo componer. Pero es cierto que, al improvisar música clásica, imitas un poquito lo que hacían los clásicos. Sí que es cierto que la improvisación de Jazz se acerca a lo que sería, pero con otros esquemas: no tanto imitando un sonido de entonces, sino lo que tenemos ahora. En ese sentido, sí que para improvisar es divertido incluso tomar canciones que ya están escritas, y hacer acompañamientos.

bottom of page